Querida Valentina,
¿Cómo estás mi bella, como dicen en tu país? ¡Qué bonito suena tu nombre y la manera como lo decís los dominicanos!. Yo ya te dije que hace años estuve allí de vacaciones y me encantó. Creo que fue uno de los primeros viajes que hicimos Toni y yo. ¡Aquello si que eran vacaciones!: desayuno, playa, comida, playa, siesta, playa, cena y playa y entre una y otra playa un ron. Todo el día en bikini y con la toalla al hombro. Igualito que ahora, que no vamos solos ni al médico. Llevamos años bajando a la playa con una bolsa que parece el equipaje de una compañía de teatro.
¡Ya llega el verano! ¡Madre de Dios! No quiero ni pensar cómo vamos a ir a la playa este verano. ¿Te lo imaginas? ¿no? Pues yo te ayudo a que lo visualices rápidamente:
Blanca con sus 15 añitos insiste en bajar SU bolsa con SU toalla, SU música y SUS tres bikinis que se va cambiando cada vez que sale del agua. Dice que es para que no le dejen marca y el resultado es que normalmente al final del verano tiene la espalda que parece un tablero de ajedrez.
Marta son sus 11 años baja con las manos metidas en los bolsillos. Eso sí, se asegura de que en la bolsa de la playa van: las palas, la petanca, un balón, las gafas de bucear y algo más que seguro que me dejo. Todos los días hace lo mismo: nada más pisar la arena y mientras su padre y yo colocamos la sombrilla, las sillas, la bolsa nevera y demás, ella saca todos los juguetes, los extiende a lo largo de un perímetro indeterminado y se mete en el agua. No se vuelve a acordar de los juguetes hasta que su padre grita eso de ¡a recoger! Y en ese momento, se pone a gritar como una loca y a decir que no hay derecho, que siempre le toca a ella.
Al final, entre Toni y yo tenemos que recoger todo y ya con las prisas y la mala leche (con perdón) que se nos pone, recogemos incluso lo que no es nuestro. El año pasado nos llevamos la sandía que una familia se había bajado para media mañana. ¡Qué vergüenza! Cada vez que me acuerdo: Toni tirando de la bolsa y discutiendo con el pretendiente a dueño, un señor que afortunadamente, tenía una panza que nos impedía (a todos) verle el bañador modelo Michael Phelps que llevaba. Era como el viejo barrigudo del villancico pero en verano y en bañador.
“¿Me va a decir usted a mí que esta bolsa no la he bajado yo de mi casa?”, gritaba Toni hecho un basilisco. Cuando llegamos a casa y vimos la hermosa sandía que había dentro, casi me muero. Excuso decirte que cambiamos de playa para no encontrarnos con la familia otro día. Por cierto, la sandía estaba riquísima. No nos quedó más remedio que comérnosla.
Sigo con Paulita, quien a sus 6 años todavía quiere bajarse el cubo, una pala y juguetes para hacer castillos o pescar o mojar a sus hermanas (cualquier cosa vale, depende del día).
Si a esto le añades que este año vamos a llevar por primera vez a la playa a los MEO. Claro, a los MEO, sus pañales, el agua, la muda, el zumito, algún biberón, sus juguetes, sus toallas para poder ponerlos en algún sitio, la piscina para llenarla de agua y que esté calentita…
¿Qué te parece? ¿Te imaginas el momento “protector solar”? Ese momento en el que la madre española sale de debajo de la sombrilla con un frasco de protector solar 50 y grita con una voz que le sale de lo más profundo del estómago: “hay que ponerse crema”. Si, ese mismo momento en el que todos los niños que hay alrededor (los suyos, los de la sombrilla de al lado, los de los nórdicos que una vez fueron blancos y en España tienen el color del salmorejo) … todos ellos salen corriendo como alma que lleva el diablo y se meten otra vez en el agua.
Luego hay que pescarlos con lazo, secarles y ponerles la crema. Y claro, después de tanto trajín, coincide que tienes las manos llenas de arena y todos protestan.
¡Qué pereza me está entrando! Yo creo que le voy a decir a Toni que nos quedamos en casa que tenemos piscina y socorrista. Por lo menos, algún ratito descansaremos.
Ya ni me acuerdo para qué te escribía. Ya me acordaré en otro momento.
Te mando un beso y espero que lo pases muy bien.
Rita