Querida Tina,

¡Qué ilusión me ha hecho verte de nuevo! Nuevamente te pido perdón por no haberte reconocido, pero ya te sabes que yo siempre he sido muy despistada y tú, la verdad sea dicha, has cambiado mogollón. Vamos, has cambiado tanto que antes te llamabas Agustín y ahora te llamas Tina. Hija, me he quedado muerta.

¡Qué cosas tiene la vida! ¡Quién me iba a decir a mí que te iba a volver a ver, después de más de 20 años, en un centro especializado en depilación láser! La última vez que te vi fue en un partido de fútbol benéfico que hicimos en el barrio ¿te acuerdas? El partido era chicos contra chicas y tú eras nuestro portero y perdimos 12-0. No por culpa tuya, bien lo sabes. ¡Si no llegas a estar, nos meten 35!

Fue un partido memorable y tú fuiste la sensación del día: tan alto, tan guapo, tan peludo y tan bien integrado en el equipo de chicas. Yo creo que aquello fue como una premonición (o como se diga eso).

El caso es que luego me dijeron que te habías casado e, incluso, que habías tenido mellizos… que me diste mucha pena, por cierto. Fíjate, ahora me acuerdo de aquello y más que pena me das envidia: ¡sólo 2! Yo, como ya te he dicho, acabo de tener trillizos que sumados a los otros tres que ya tenía… pues eso, la media docena.

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Yo ya sabes que no soy cotilla y no me gusta juzgar… (sólo soy un poco mentirosilla a veces) pero hija lo tuyo no lo entiendo. A mí me da lo mismo que te hayas cambiado de sexo, no me interpretes mal, pero es que llevo dándole vueltas al asunto desde que te vi ayer y, qué quieres que te diga, tengo dudas.

Por ejemplo:

  • ¿Tú qué celebras?: ¿el día del padre? ¿el de la madre? ¿los dos? ¿ninguno?
  • ¿Cómo te llaman tus hijos? Y, sobre todo, ¿Cómo te presentan a sus amigos?
  • ¿En qué sección de los grandes almacenes te compras la ropa interior?

Hija, ya sé que son cosas tontas, pero yo que tengo tan poco mundo, estoy como si hubiera descubierto América.

Bueno, pues eso, que quería decirte que me ha encantado verte y que me gustaría seguir en contacto contigo. También, permíteme el atrevimiento, me gustaría pedirte el nombre de la crema facial que usas. ¡Hija de mi vida! ¡Qué piel tienes! Me estuve fijando y no tenías ni una arruga, ni un punto negro, ni un pelo. Cuando llegué a casa me fui corriendo al baño a mirarme en el espejo y ¡nada que ver contigo!

A ver si quedamos un día y me cuentas detalles sobre tu nueva vida. Los que quieras, claro.

Besitos guapa,

Rita

 

 

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