Santa Rita

Hola Luz:

¿cómo estás? Perdona por no haber podido hablar mucho contigo cuando me has llamado, pero como te he comentado estaba dentro del despacho de la madre Luz María, para más señas directora del colegio, tutora de Paulita, mi niña pequeña y además mi jefa. Como muy bien puedes comprender, no estaba el asunto como para charlar mucho.

Hoy no he ido en calidad de empleada. Iba a añadir “afortunadamente” pero no sé, que genera más estrés, que te llame tu jefe o el tutor de tu hijo. Y, desde luego, si en ambos casos se les añade la coletilla “es importante”, la cosa adquiere tintes dramáticos.

Eso es lo que me ha pasado esta mañana a mí. Después de las carreras en casa para tener a todos listos en hora: los biberones de unos, las tostadas de las otras, las mochilas, los libros, las mudas… ¡qué ganas tengo de que sean mayores de edad! Después de todo esto, te decía, me he chupado un atasco tremendo. Hoy no sé qué ha pasado, pero había un atasco monumental. Yo creo que algún torpe que ve que han caído cuatro gotas y se atora como si estuviera viviendo el Diluvio Universal… (perdona, pero el tema del tráfico me trae por la calle de la amargura).

Cuando he conseguido relajarme y reponerme – lo cual lleva su tiempo si se tiene en cuenta que doy clase a adolescentes y pre-adolescentes – pues en ese momento ¡me ha llamado la directora al despacho!: Te llama la directora. Tiene que ver con Paulita y es importante. Mira, he corrido por los pasillos como si no hubiera un mañana. He atropellado a dos niñas y les he tirado el refresco que se estaban bebiendo. Lo siento por las madres que se han manchado el uniforme, pero me alegro por ellas porque esas bebidas tienen mucho azúcar y no son buenas para la salud.

Al entrar en el despacho me he sentido como la madre de una folclórica: al ver a Paulita sana y salva me he tirado a sus pies y me la he comido a besos. Me he puesto a llorar como una plañidera y me ha tenido que levantar del suelo Sor Luz María. ¡Qué vergüenza he sentido después cuando me he dado cuenta del ridículo! No sé si era por el susto o porque mi subconsciente quería dejar claro que yo, aunque a veces no lo parezca, soy una buena madre, juiciosa y responsable.

Paulita miraba entre avergonzada y sorprendida y Miguelito – dichoso niño, la rabia que le tengo – no sabía si reír o llorar. Aclaro: reírse de mi o llorar porque le sangraba un diente.

Y es que todo se ha liado porque parece ser que Paulita y Miguelito (¿te he dicho que le tengo rabia?) se han peleado por un bocadillo de jamón serrano. Tú ya sabes que mi hija es muy buena e incapaz de hacer daño a nadie, pero es bruta como ella sola y carpanta como la que más. No he visto cosa igual en mi vida: tiene hambre a todas horas del día.

Y hoy ya te he dicho que hemos salido de casa de aquella manera y nos hemos dejado el bocadillo en casa. Claro, esa pobre criatura ha visto el bocadillo de Miguelito y no le ha quedado más remedio que darle un mordisco: al bocadillo y a Miguelito que se ha resistido. Pero yo no creo que sea motivo suficiente como para llamarnos a capitulo al despacho ¿no te parece?

Lo peor ha sido que cuando iban hacia el despacho Miguelito iba llorando y los ojos llorosos le han impedido ver el escalón del patio: se ha caído y se ha roto un diente (¿ahora entiendes por qué le tengo tanta rabia?).

En fin, Sor Luz María ha intentado que Paulita se disculpara (y yo también) pero no ha habido manera. Es terca como su padre. Al final, cuando la pobre Sor le ha pedido que le devolviera lo que quedaba del bocadillo (poco, la verdad) a Miguelito, la dichosa niña sólo ha respondido: “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”. He querido matarla, pero me ha hecho mucha gracia.

A la que no le ha hecho ni pizca de gracia ha sido a Sor Luz María. Ha decidido que este fin de semana la niña haga un trabajo sobre Santa Rita de Casia. No me digas que eso es un trabajo para una criatura de 6 años.

Y aquí me tienes recortando fotos de Santa Rita y pegándolas en una cartulina. ¡Vaya fin de semana que me espera!

En descargo de mi pequeña debo decir que tiene muy buen gusto porque el padre de Miguelito es charcutero y siempre manda al niño con bocadillos de jamón del bueno…

Disfruta y sé feliz,

Rita

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