Hola Marta, guapa,
¡Vaya semana que he tenido! No he podido contarte novedades porque no he parado. Los MEO han estado con gastroenteritis y, por extensión, Toni y yo, Cuando se les pasó a los niños empecé yo y después siguió Toni. ¡Qué mal cuerpo!
Bueno, te voy a poner al día: después de la malograda cita secreta del otro día, cuando llegué a casa estaba, como te puedes imaginar, de un humor de perros. Y ya sabes como soy: cuando estoy así no hace falta que me toquen mucho las palmas para arrancarme.
Te aseguro que llegué a casa con la intención de arreglar las cosas con Toni, pero fue entrar a la habitación y ver la cara de Toni plácidamente dormido y… ¡zas! ¡me entró una mala leche!
Si, hija, si porque no me digas que no tiene delito que sabiendo que nos habíamos peleado, no se quedara despierto hasta que yo volviera. ¿no te parece? Eso no son ganas de arreglar las cosas.
El caso es que me metí en la cama encendiendo todas las luces a ver si se despertaba y se retorcía de remordimiento, pero nada. No me quedó más remedio que dejarle caer unas gotitas de agua en la frente. Sé que eso molesta mucho.
La verdad es que me arrepentí de hacerlo en cuanto cayó la primera gota, pero en ese momento la rabia ya no me dejaba parar. Pero, eso sí, te aseguro que me sentí muy arrepentida.
Toni se puso hecho un basilisco. Yo le dije que había sido sin querer, aunque no se lo creyó. ¿Te lo puedes creer? Mira que es mal pensado. En resumen: él se enfadó por lo del agua, yo me enfadé porque no me creyó cuando le dije que había sido sin querer, él me dijo que era una histérica, yo le dije que él era un exagerado y muy digna me fui a dormir al sofá. ¡Ni se movió de la cama para disculparse!
Toda la noche esperando que fuera a buscarme y nada. Me levanté al día siguiente como un “trasnformer”: lo mismo podía pasar por una mujer que por un canguro… dependía de cómo me colocara.
Desde entonces estamos durmiendo en habitaciones separadas. Yo me he ido al cuarto de invitados, que es una forma fina de llamar al trastero: lo mismo cabe una bici que la tabla de la plancha o una visita en el sofá cama.
Y para colmo de males, esta mañana me ha llamado mi prima Loli, la que vive en Zaragoza. Su hijo viene a Madrid a hacer un intensivo de meditación (¡Madre de Dios!) y me ha pedido que le acoja en casa para que no se tenga que ir a un hotel.
Por supuesto que le he dicho que sí. NO me puedo negar, pero ahora no sé dónde meterle: ¿en la habitación con Toni? ¿en el trastero conmigo? ¿Con los MEO? En la habitación de las niñas no. Ya verás cómo al final no me va a quedar más remedio que volver yo a mi habitación y hacer las paces con Toni.
Sé que es lo mejor, pero mira que me joroba dar mi brazo a torcer. No sé por qué dicen que las mujeres somos complicadas. En mi caso, no puedo ser más transparente en mis sentimientos y en mis reacciones. ¿O no?
Un besazo,
Rita