Pobres animales

¡Qué contenta estoy! Esta semana me llevé un gran alegrón cuando en el periódico leí que el 1 de febrero entraba en vigor el Convenio Europeo sobre Protección de Animales de Compañía, lo cual significa, entre otras cosas, que ya no se puede cortar la cola o las orejas a perros y gatos. ¡Me parece estupendo!

Pobres animales

No soporto a las personas que hacen daño a los animales. Un perro o un gato se convierte en uno más de la familia y hay que proteger sus derechos y su integridad.

A mi me encantan las películas de vaqueros pero reconozco que cuando veo (y vuelvo a ver y vuelvo a ver…) cintas como La Diligencia y veo a ese John Wayne, con su 1,93 encima de un pobre caballo…¡si le arrastraban las piernas! Me imagino al pobre caballo llegando a cuadras después de un duro día de trabajo y a su señora yegua esperándole al lado: “¿Qué tal el día, cariño? Bueno, regular, hoy me ha tocado lleva a John Wayne” Poneos en su lugar, por amor de Dios. ¡Pobre caballo!

Hay que cuidar a las mascotas

Venga, dicha la tontería, me pongo seria: hay que cuidar a nuestras mascotas. Son seres vivos y no podemos regalarlos y tratarlos como si fueran todos de plástico. Antes de comprar ese dulce y maravilloso cachorrito para premiar a vuestro hijo por las notas que ha sacado, pensad que el maravilloso cachorro va a crecer, tiene que comer todos los días y salir a hacer ejercicio y a hacer sus “cositas”; “cositas” que los dueños deben recoger y tirar en papelera, por cierto.

Si no os podéis haceros responsables de un ser vivo, existen unos maravillosos ositos de peluche que no ensucian, no comen, no lloran si no les prestas atención… ¿me entendéis?

¡Ea, ya me quedé a gusto!

Recuperando mis piernas, …. por fin

Bueno, pues aparte de esto, no os puedo contar muchas novedades de la semana, la verdad. Voy recuperando la sensibilidad en las piernas después de las agujetas y ya me puedo agachar casi, casi con total normalidad.

El lunes teníais que haberme visto bajarme del coche cuando llegué al colegio. Llevaba las carpetas con la documentación del viaje, el botiquín y varias bolsas que me había llevado a esquiar por insistencia de la madre directora.

Entre que sólo tenía dos manos y había 7 paquetes y que yo ni me podía agahcar ni me podía doblar, tuve que pedir ayuda al padre de un niño de mi clase.

Pidiendo ayuda a un papá del cole

Y de verdad que no tiene nada que ver que el padre sea guapo hasta decir basta y que tiene unos ojos que quitan el sentido… de verdad que no.

Estaba yo intentando sacar todos los bártulos del coche cuando vi que el buen hombre aparcada a mi lado. Se bajó todo atlético y ante un evidente gesto de dolor en mi cara y el taco que dije (en voz baja, pero reconozco que lo dije) pues el hombre, muy atento me dijo aquello de: “¿puedo hacer algo?” No le contesté todo lo que podía hacer por mi esa fría mañana. Me limité a sonreír y a decir que si era tan amable, me podía llevar alguna bolsa hasta la entrada.

Guapo a rabiar pero muy antipático

Claro, como la que tenía agujetas era yo y no él, agarró las bolsas con total soltura y con el mismo ritmo de un desfile militar, enfiló por el patio hasta la entrada. Yo le seguí como pude (mal, muy mal), intentando que no se me notaran los andares tan garbosos y llegué como pude.

Cuando yo llegué a la puerta, él había entrado en el colegio, había llevado las bolsas a secretaría, había saludado a dos profesoras y ya estaba de vuelta.

Eso si, me di cuenta de que era guapo a rabiar, atlético, sexy pero ¡un borde de campeonato! Correcto pero muy antipático y es que es lo que yo digo

¡No se puede tener todo! 😉

 

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