¿Hay algo más impopular en estos días que rendirse? ¿habéis oído eso que “rendirse es de cobardes, de gente débil…? La verdad es que la rendición tiene muy mala prensa. A menudo, ni siquiera es una opción que podamos valorar. Por lo menos, no públicamente…
¡qué vergüenza! En este escenario sólo nos queda: la lucha, la tenacidad, la fortaleza… todos grandes valores a lo que queremos sumar en nuestra larga lista de exigencias personales.
Somos mujeres fuertes y luchadoras y …
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Yo, en concreto, siempre me he definido una y otra vez como una mujer fuerte y luchadora. Una auténtica guerrera. Pero decidme… ¿qué hacen las mujeres fuertes, luchadoras y guerreras? ¡¡Nunca rendirse!! ¡¡¡Siempre están en pie de guerra!!!
Y bien, todo esto suena fenomenal y nos llena de poder y posibilidades. Pero en ocasiones, ¿no os da la impresión de que hagas lo que hagas hay cosas que no puedes cambiar? Después de probar infinitas opciones, recorrer innumerables caminos y perseverar… y mucho agotamiento y energía perdida en el camino…parece que lo último que te queda es la rendición.
Me rindo … ¿por qué no?
¿Pero qué viene antes de la rendición? Mucho enfado, resistencia, la mente a mil por hora, critica, culpa, vueltas y vueltas…una y otra vez…
¿qué puedo hacer, ¿qué más puedo hacer? ¿Ahora qué?
Pues, ¿y por qué no? Pídete el regalo de la rendición. Rendirse es soltar ya lo antiguo, aquello que ya no tiene espacio en tu vida, o que ocupa tanto que no permite que venga nada nuevo.
A veces, rendirse es amarse. Es permitirse vivir más ligera, soltando las armas de guerra, las máscaras de fortaleza y confiando en la vida.
A veces, rendirse es revolucionario, es ir contra corriente. Un auténtico acto de valentía… 😉 ¿no suena acaso contradictorio?
Rendirse muchas veces es liberador
Y, sin duda, rendirse muchas veces es liberador. Sueltas el control continuo de que las cosas salgan como a ti te gustaría que salieran y, con una enorme humildad y una leve sonrisa en los labios, permites que sea lo que tiene que ser y te abres a lo hay aquí y ahora.
Y hoy, en este momento, me rindo. Me rindo porque decido ser feliz, he decidido dejar de resistirme a lo que no puedo cambiar. Decido dejar de luchar contra mí misma y contra mi entorno.
Hoy agito la bandera blanca sintiéndome increíblemente más ligera a cada instante.
Y me despido de mi mensajero, sin matarle, solo agradeciendo su presencia en mi vida. Presencia que me ha dado la gran lección de que rendirse también es una opción.
¿Hoy puede ser un buen día para rendirte?
¡Feliz y consciente día!