Los padres de adolescentes sabemos lo complicado que puede resultar a veces conseguir que nuestros hijos cumplan con las normas establecidas en el hogar.
Hoy te cuento dónde reside …
La magia de una buena negociación con un hijo adolescente.
Contenidos del artículo
- 1 La magia de una buena negociación con un hijo adolescente.
- 2 Las normas incuestionables para un adolescente
- 3 Las normas no fundamentales para un adolescente
- 4 Un buen clima en el hogar es igual a NEGOCIAR
- 5 Cómo negociar de manera satisfactoria con tu hijo adolescente
- 6 7 aspectos positivos de un conflicto
Las normas incuestionables para un adolescente
Hay algunas normas, consideradas fundamentales, que son aquellas que recogen exigencias mínimas e incuestionables que debemos mantener siempre. Deberían ser pocas, realmente importantes y bien explicadas.
En este sentido debemos hacer que nuestros hijos entiendan cuáles son y por qué son tan importantes para nosotros.
Las normas no fundamentales para un adolescente
Sin embargo, hay otras normas que, siendo importantes, no son consideradas fundamentales y en las que debemos dejar un espacio para la rebeldía y la autoafirmación de nuestros hijos.
En este tipo de normas debemos estar abiertos y dispuestos a negociar.
Es importante recordar que enfrentarse a la norma es esencial para el adolescente y para su crecimiento. Somos nosotros los que debemos decidir qué grado de incumplimiento estamos dispuestos a tolerar.
Un buen clima en el hogar es igual a NEGOCIAR
Para mantener un buen clima en el hogar sin que nadie renuncie ni al cumplimiento de las normas ni a los intereses particulares y generales de la casa es imprescindible NEGOCIAR.
Una negociación es un medio para encontrar acuerdos compartidos y satisfactorios para todos.
Cómo negociar de manera satisfactoria con tu hijo adolescente
Para hacerlo es importante que tengamos en cuenta algunos aspectos:
¿Qué quiero conseguir?
hay que tener claro qué es lo que queremos conseguir y con qué nos conformaríamos. El trato ideal, el aceptable y el menos malo.
¿Es el momento adecuado?
sentarnos a negociar con nuestros hijos en una situación de enfado, agobios o prisas es contraproducente. En ese caso, es mejor dejar la negociación para otro momento más tranquilo. Eso si, es necesario concretar cuándo se va a celebrar el siguiente encuentro.
¿Me los estoy tomando en serio?
si lo hacemos “por cumplir el expediente” y no nos lo tomamos en serio es imposible que nuestros hijos lo hagan. Y, lo que es más, pensarán que ni ellos ni el acuerdo son importantes para nosotros.
¿Realmente estoy escuchando?
practica la escucha activa. Pon atención a lo que tu hijo dice y cómo lo dice; en su lenguaje verbal y no verbal.
¿Sabemos qué nos separa?
hay veces que nos enredamos en discusiones y tratamos de imponer nuestra voluntad sin darnos cuenta que el conflicto que nos separa es realmente pequeño. Ten claro qué quieres tú y qué quiere tu hijo.
¿Hay intereses comunes?
si practicas la negociación desde un “ganar-ganar” será más fácil que llegues a un acuerdo. Si sólo quieres ganar tú, probablemente no respetarás los valores que son importantes para tu hijo y éste sentirá que sale perdiendo y que no gana nada. El muro que se levantará entre vosotros será entonces realmente alto.
¿Está todo claro?
antes de dar por terminada la negociación repasad los términos, las responsabilidades y el compromiso que cada uno ha adquirido. QUÉ, CÓMO y CUÁNDO.
Si consigues poner en práctica estos simples consejos verás cómo surge La magia en la negociación con un hijo adolescente y te darás cuenta de que no es tan complicado entender y ceder ante las necesidades de los adolescentes.
Descubrirás, además, que detrás de un conflicto, siempre hay aspectos positivos:
7 aspectos positivos de un conflicto
¡Espero que estas herramientas te resulten útiles!