¿Cuántas veces le hemos dicho a nuestra pareja que le queremos? … Cientos? Miles? Seguramente la mayoría de nosotras si calculásemos ese número, tendería a infinito.
No os voy a hacer esta misma pregunta a vosotros, ya que todos sabemos que menos, mucho menos, muchísimo menos. También es verdad que eso no mide nuestra capacidad de amar.
Cuánto cuesta decir te quiero
Contenidos del artículo
Pero cuantas veces nos hemos dicho “te quiero” cuando lo que nos saldría –en el mejor de los casos- es un ladrido.
En cuantas ocasiones estamos dispuestos a ceder y a perdonar.
Cuándo queremos comprender y ponernos en “los zapatos” del otro?
Aquí el número de “te quieros” que cualquiera de nosotros es capaz de decir ya es bien distinto.
Por qué es tan difícil decir te quiero
Lo difícil de decir te quiero en esas situaciones donde nos sentimos dolidas, donde os sentís tan alejados de nosotras, donde la lista de agravios es demasiado larga, no es pronunciar las palabras, es desnudar nuestra alma y mostrarnos frágiles.
Lo difícil de decir te quiero es desnudar nuestra alma y mostrarnos frágiles. #afectividad Clic para tuitear
Es abrir nuestro corazón y reconocer que nos necesitamos, es tenderle la mano para pedir perdón y recogerla sabiendo perdonar.
Por qué decidimos pasar el resto de nuestra vida al lado de esa persona
Cuando las cosas se ponen cuesta arriba, los dos tenemos que tirar juntos, a la vez y sobretodo en la misma dirección.
Es, en estas ocasiones, cuando tenemos que dar lo mejor de cada uno.
Cuando nos caemos levantarnos juntos y volver a empezar. Es cuando tenemos que recordar por qué decidimos pasar el resto de nuestra vida al lado de esa persona. Es el momento en el que tenemos que vaciarnos un poco de nosotros mismos para empezar a llenarnos del otro.
Cuantas veces nos vemos diciendo cosas como:
- … es que estoy agotada, nunca me ayudas.
- No me dejas. Siempre que te pregunto a que te ayudo me dices que a nada!!
- Es que no debería decirte que tienes que hacer, tiene que salir a ti…
En muchas ocasiones nos dejamos gobernar por nuestra ira, y eso aderezado de vuestra ocasional comodidad, hace que en una discusión rara vez salga la verdad sino más bien se busca el desahogo.
Y que difícil nos resulta en estas ocasiones decir “te quiero, ayúdame a seguir remando” Como sin darnos cuenta la soberbia se ha colado en nuestro interior sin ni siquiera reconocerla, como hace que silenciemos un perdón o ahoguemos un lo siento.
Como nos complicamos a la hora de pedir perdón
Como –en ocasiones- nos sentimos humillados ante una disculpa y como a veces nos pica el orgullo ante nuestros errores.
Es aquí cuando un “te quiero” se convierte en una declaración de amor.
Cuando un ”te quiero” se convierte en voluntad de querer quererte.
Donde se destierra el orgullo y nace el perdón.
Es aquí donde un “te quiero” se convierte en un “te necesito”.
¿Qué os parece esta escena de «Todos los días de mi vida»? Está inspirada en un hecho real, y nos muestra la grandeza de un amor incondicional ¿no crees?